Esta es la primera de una serie de entradas que se centrarán en los aspectos más importantes y curiosos de la vida del único felino silvestre de la Cordillera Cantábrica, el gato montés (Felis silvestris) especie con muchos secretos en su ecología y que es una especie a la que tengo especial cariño. La primera de estas entradas trata sobre el invierno, un momento crítico para un gran número de especies y por supuesto también para el gato montés.
Macho de gato montés con pelaje invernal en un prado de la Cordillera Cantábrica parcialmente cubierto por nieve.
El otoño da sus últimos coletazos y los árboles lucen ya desnudos en las montañas cantábricas. Son habituales las heladas nocturnas y las cumbres amanecen cubiertas por la nieve un día sí y otro también. Durante los momentos previos al invierno los gatos monteses aprovechan para alimentarse de forma masiva para afrontar la escasez de recursos que está por venir y caer sobre ellos de forma inminente. Los prados presentan el sustrato ablandado por las lluvias otoñales y roedores como las ratas toperas (Arvicola scherman) excavan sus madrigueras en la negra tierra. Esta especie es la principal presa del gato montés en la Cordillera junto con los topillos del género Microtus. El volumen del gato montés aumenta de forma importante, tanto por el incremento de masa corporal debida a la ingesta acusada de roedores como al crecimiento del pelaje invernal que le confiere un aspecto mayor. En las partidas de caza de estos animales y gracias a la gran diversidad biológica que alberga la Cordillera es fácil coincidir con otros de sus habitantes en el mismo prado.
Gata montesa caminando por un prado sigilosamente en busca de alimento.
Gata montesa buscando alimento entre las topineras con una garza real (Ardea cinerea) al fondo
Las soluciones buscadas por las diferentes especies al frío invierno son múltiples. Algunos como gran cantidad de aves deciden emigrar a latitudes más benévolas. Otros como erizos, lirones o murciélagos ante la ausencia de insectos de los que alimentarse hibernan disminuyendo sus constantes vitales a valores mínimos suficientes para mantenerlos con vida. Existe un último grupo de animales que también migra si consideramos como tal cualquier desplazamiento pero en este caso es una migración de tipo altitudinal, es decir, ciertas especies se desplazan a los valles donde la temperatura es más suave y la cobertura nival menor en la época invernal. Ejemplo de ello son los rebecos, las aves alpinas o el gato montés. Durante el seguimiento de la especie realizado se observó que la mayoría de citas en invierno se concentran en el horizonte altitudinal entre 800 y 1000 msnm dato que contrasta con el otoño, la época inmediatamente anterior donde la mayoría de avistamientos fueron entre los 1000 y 1200 msnm. La bibliografía nos dice que los gatos monteses parecen evitar espesores de nieve superioresa los 20 cm y es curioso observar a los gatos en un prado nevado ya que efectivamente evitan pisar la nieve espesa lo máximo posible y solo la cruzan cuando no hay otra alternativa.
Macho de gato montés sobre una roca descubierta en el medio de la nieve.
No obstante he observado gatos monteses cazando en la nieve y siguen un método semejante al de los zorros impulsándose con un salto para caer sobre su presa atravesando la nieve. También suelen utilizar los aquí denominados "tsindones" para cazar. Son los pequeños escalones que quedan entre un prado y otro que normalmente se encuentran refugiados bajo árboles como sauces o avellanos y la nieve resiste en ellos menos tiempo. Otra forma de evitar la nieve es refugiarse en el interior de bosques donde el espesor es menor y suben a descansar a los árboles separados del frío manto.
Macho de gato montés cazando en un prado nevado de la Cordillera Cantábrica.
Gato montés subido a un majuelo o espino albar (Crataegus monogyna) en un frío día de invierno
Sin embargo las condiciones invernales parecen ser claves para la presencia del gato montés. Por ejemplo, los prados que en invierno presentan gran cantidad de nieve (hecho relacionado con la precipitación y la cantidad de luz que incide en la misma) parecen ser seleccionados por la especie el resto del año. Esto podría tener que ver con los valores de producción: la nieve supone un reservorio de agua que llega al sustrato con el deshielo primaveral e implica una buen crecimiento de vegetales que a su vez son alimento de las poblaciones de roedores tan necesarias para la supervivencia del gato montés. En esta época del año muchas especies presentan un comportamiento generalista, realizando grandes desplazamientos y siendo menos exigentes con el alimento y con los lugares que ocupan.
Gata montesa descansando en un terreno rocoso orientado al sur donde la nieve se retira antes y la temperatura es mayor.
He detectado la ocupación de cabañas por parte de gatos monteses en varias ocasiones durante el periodo invernal. En ellas encuentran el refugio necesario de las inclemencias y también alimento ya que los restos de grano y paja atraen a roedores que también se refugian de las nevadas en estas construcciones.Además cuando los prados están cubiertos de nieve, zonas como las peñas que absorben mejor la escasa luz solar de esta época del año se descubren antes y los gatos aprovechan también para cazar en ellas como se puede observar en el siguiente video. La cola ancha y roma hace que sea inevitable comparar la silueta del gato en las peñas calizas con la de un puma en las Montañas Rocosas. Recomiendo ver el video en HD pinchando en VIMEO y marcando el icono de HD además de ver el video hasta el final ya que podréis ver un lance de caza diferente al habitual en la especie.
Otro de los motivos por los que el invierno es una época decisiva para el gato montés es porque es la época de celo. Puede alargarse hasta la primavera pero en general la mayor actividad se centra entre enero y marzo. Como sabréis los gatos monteses, al igual que los felinos en general (a excepción de los leones), son animales solitarios. Las oportunidades de ver varios gatos monteses interaccionando se reducen a la época de celo cuando machos y hembras se encuentran para reproducirse o bien cuando las gatas paren a sus crías en primavera y con las que conviven hasta el siguiente invierno.
Gato montés macho desplazándose por su territorio en un día de ventisca.
Generalmente el territorio de un macho incluye en su interior los de varias hembras con las que se reproduce. El macho ha de desplazarse continuamente por el territorio buscando hembras, expulsando a otros machos intrusos y marcando los límites del mismo mediante excrementos, orina o marcas olorosas que emiten mediante glándulas bajo la cola. Generalmente esta es la forma de comunicación de los gatos monteses pero en el celo emiten sonoros y graves maullidos que resuenan en la oscuridad de la fría noche.
Macho de gato montés marcando el territorio en el límite de su territorio.
Los encuentros entre machos y hembras no son nada amistosos y las hembras no se dejan camelar facilmente. El pene de los felinos presenta una serie de espinas que estimula la ovulación por parte de la hembra y facilita el éxito reproductivo. He leído en algún lugar que para reducir la tensión los machos regalan presas a las hembras aunque nunca he visto este comportamiento. El pasado invierno un macho de gato montés identificable por una mancha blanca en la borla negra de su ancha cola maullaba entre unas escobas. De golpe abandonó su escondrijo y trotó prado abajo hasta encontrarse con una hembra la cual erizó su lomo y dejó claro que no era suficiente bueno para ella. El gato se refugió en el bosque con una importante herida en su ego.
Macho (Izda) y hembra (dcha) de gato montés en un encuentro poco amistoso en la Cordillera Cantábrica.
Los encuentros entre machos también son habituales en esta época. Durante el seguimiento realizado el pasado invierno, tres machos fueron vistos en el mismo prado de forma individual en un periodo de 3 días. Posiblemente el lugar está ubicado en un límite de territorios por lo que tras la presencia de un primer individuo los demás visitaron el lugar para marcarlo de nuevo.
Primer individuo localizado en el prado que recibe el nombre de "Oreja Cortada" por la profunda muesca en su oreja derecha, lamentablemente este ejemplar fue atropellado en verano.
Segundo individuo detectado en el mismo prado al que llamo "Viejo" por la cantidad de años que llevo viéndolo e identificable por la muesca y forma de su oreja izquierda.
Tercer ejemplar localizado en el mismo prado en el lapso de tres días. Es un ejemplar que observaba por vez primera
Durante las fuertes nevadas y lluvias invernales, los gatos monteses buscan lugares donde refugiarse de las inclemencias pero a pesar de ello son momentos difíciles en los que su vida está en juego. La humedad hace que su temperatura corporal disminuya y si las reservas energéticas son escasas en ese momento puede que no sean suficientes para generar calor.
Macho de gato montés descansando en un "tsindón", donde la cobertura nival es menor, tras una jornada de caza.
No obstante un verano tras otro los gatos monteses superan las inclemencias y se reproducen dando paso a la siguiente generación de felinos salvajes de la Cordillera. Un saludo y espero que os haya gustado la entrada.