domingo, 11 de noviembre de 2012

La perdiz pardilla

En las zonas altas de la Cordillera Cantábrica, donde es difícil toparse con formaciones boscosas a excepción de algún que otro abedul, vive uno de los tesoros de la cordillera cantábrica, la perdiz pardilla. De tamaño algo menor que la perdiz roja y con características morfológicas más que evidentes, esta gallinacea de tamaño medio vive en los piornales de la montaña cantábrica y campea en los campos de genciana y entre las arandaneras.

Perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis) adulta entre las arandaneras otoñales.

Es un ave bastante escurridiza ya que suele quedarse quieta hasta que practicamente estás encima suyo, momento en el que levanta el vuelo. Eso siempre que no haya apeonado rápidamente entre el intrincado laberinto de piornos y escobas. En mi tierra reciben el nombre de pardas o patiamarillas (en contraposición a las patirrojas). Es una especie a la que tengo especial cariño, como todas aquellas que implican cierta dificultad a la hora de fotografiarlas en libertad, y sobre todo aquellas especies que implican un valor documental a la hora de ser tomadas. Me explico. Fotografiar una gran rapaz como el águila real requiere muchas horas de campo y un trabajo intensivo para ganarse la confianza del animal, sin embargo son muchas las fotografias de águilas reales tomadas en la Península Ibérica. Fotografiar una perdiz pardilla también requiere su tiempo y tiene el plus de existir poco material de la especie en la Cordillera Cantábrica. Considerando además que las perdices pardillas de la península corresponden a la subespecie Perdix perdix hispaniensis, adquieren un valor documental que pocas veces es valorado en las fotografias.

Juvenil de perdiz pardilla.

Esta especie es uno de los grandes olvidados por muchos. Es una especie relicta de la Península Ibérica con unas características peculiares con respecto al resto de pardillas europeas. Las de nuestro país han escogido las zonas altas y montañosas de matorral alternado con pastizales de montaña para subsistir, mientras que las europeas son típicas de los cultivos, de forma análoga a Alectoris rufa en nuestro país. Es importante por el valor endémico, asi como por la peculiaridad de su hábitat y sin embargo apenas he encontrado trabajos acerca de la misma en las bases de datos digitales, al menos en la Cordillera, si que hay algun trabajo en Pirineos. Es precisamente en Pirineos donde se puede cazar la especie. En la Cordillera cantábrica está prohibida su caza, lo que no significa que no se cace. La perdiz pardilla habita preferentemente por encima de los 1600 metros. En más de una ocasión se caza perdiz roja por encima de esa cota y pocas veces se comprueba la especie que ha levantado estrepitosamente antes de apretar el gatillo y esparcir los perdigones. Suele ser cuando la pieza ha caído cuando más de uno comprueba que lo que ha matado es una parda y no una roja. Ante esta situación la perdiz muerta suele quedarse en el monte y cuando se la llevan a casa, procuran esconderla.
La solución a este problema es tan simple como no permitir la caza de perdiz roja por encima de los 1600 msnm, de esta forma se minimizan los riesgos sobre la perdiz pardilla.

Juvenil de perdiz pardilla.

Esta especie también sufre el problema de otras muchas especies que utilizan los pastizales de montaña para vivir (la liebre de pironal por ejemplo) y es el abandono de usos del campo. Cada vez hay menos ganadería en las regiones donde habita la pardilla, lo que propicia una homogeinización del hábitat, hecho que no favorece nada a la especie ya que escoge mosaicos de matorral y pastizal combinando zonas de refugio y alimentación. La poblaciones han disminuido en las últimas décadas sobre todo por las 2 causas mencionadas (el abandono del campo y la caza). No obstante la provincia de León cuenta con la mejor población de perdiz pardilla de la Península Ibérica, distribuyendo sus efectivos entre el suroccidente (Montes de León, Cabrera...) y la franja norte desde los Ancares hasta Picos de Europa.

Perdices pardillas en otoño.

En esta época del año y hasta la primavera, las perdices pardillas forman grupos familiares, normalmente compuestos por una pareja de adultos y sus pollos. Al llegar el invierno puede que se junten varios bandos llegando a contabilizar hasta 20 ejemplares juntos. En las fotografías aparecen individuos adultos y juveniles. En otoño, los pollos comienzan a coger la pluma de adulto y la diferencia más visual es el color del pico, siendo color marfil o acerado en los adultos mientras que es todavía oscuro en los pollos. Las fotografías fueron tomadas a unos 1750 msnm en una zona que alternaba arándano con pastizal. Las perdices jóvenes se alimentaban tranquilamente bajo la atenta mirada de sus padres que también aprovechaban para alimentarse de vez en cuando.

Ejemplar adulto de perdiz pardilla vigilando mientras los pollos se alimentan en primer plano.

Es alucinante como estas aves aguantan los duros inviernos en la montaña cantábrica. Cuando las nevadas son copiosas suelen buscar zonas húmedas proximas a arroyos donde la nieve dura menos para alimentarse. No obstante las ventiscas y las heladas hay que aguantarlas. Mi padre siempre me cuenta la historia de un bando inmóvil de perdices soportando un ventisqueo invernal. También recuerdo la historia de un cazador que abatió una pardilla blanca hace muchos años en los montes de Alto Sil, aseguraba que era pardilla por encontrarse con más ejemplares de coloración normal.

Juveniles de perdiz pardilla.

Es una especie con una belleza especial cuando se observa tranquilamente. El naranja de su cara contrastado con el gris azulado de su cuerpo, las manchas marrones en sus alas, el color críptico en su dorso y la parte baja del pecho blanca con una mancha oscura en forma de herradura. El problema es que pocas veces pueden observarse así y es volando como debemos de fijarnos en detalles como las plumas rojizas de derecha e izquierda de la cola.

Parda adulta.

Mientras observaba a las perdices, uno de los ejemplares adultos siempre solía permanecer alerta y ante el mínimo indicio de pelígro como una extraña silueta en vuelo, emitia un suave chasquido y todas las perdices se pegaban al suelo para pasar desapercibidas. La verdad es que las plumas marrones barradas del dorso cumplen una buena función de camuflaje. Ante una amenaza terrestre suelen caminar lentamente con ligeros movimientos secos de la cola arriba y abajo para avisar a los demás cuando la distancia es prudencial y cuando se rebasa la distancia umbral de seguridad corren a refugiarse en el monte bajo. Levantan el vuelo si se ven sorprendidas a poca distancia.

Perdiz pardilla adulta.

Es bueno que la gente conozca a esta especie, que comience a ser uno de los iconos de la cordillera y que se venga a la cabeza al hablar de la misma igual que pueden hacerlo el oso y el urogallo. Fueron varios los días que busqué a las pardas y varios los grupos que pude observar, algunos más confiados que otros. Unos en zonas más abiertas y otros más tímidos y precabidos entre los piornos y es que al final los animales no responden todos a un mismo patrón, igual que las personas.

Perdiz pardilla juvenil.

Esta es una especie que siempre pongo de ejemplo cuando sale el tema de la gente que busca rarezas apasionadamente. Cada uno disfruta del campo como quiere, buscando momentos únicos, especies emblemáticas, especies raras o simplemente tachando nombres en una lista. Recomiendo a toda la gente que se vuelve loca buscando aves americanas divagantes en la península, que piense un poco en lo que tiene cerca de casa y disfrute más de ello, siempre por supuesto desde el respeto. Seguramente le resulte gratificante. Esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado la entrada y un saludo.

Perdiz pardilla adulta en una campera entre piornos.