viernes, 14 de diciembre de 2012

El invierno del zorro

El invierno es una época difícil para la gran mayoría de especies que habitan en la Cordillera. Las temperaturas son bajas, las ventiscas abundantes y el alimento disponible es de más difícil acceso al encontrarse bajo varios centímetros de nieve. Este es uno de los motivos por el que muchas de las especies animales que crían en nuestras latitudes nos abandonen en otoño, ya que el motivo principal de dichos desplazamientos es la búsqueda de zonas con disponibilidad de alimento. No obstante otros visitan nuestra península desde tierras norteñas por el mismo motivo en la época invernal.

Aparte de todos estos viajeros, muchas otras especies permanecen con nosotros a lo largo de todo el año, es por ello que han de estar preparados para cualquier situación y tener capacidad para sobrevivir a las condiciones más desfavorables. Uno de estos animales es el zorro rojo (Vulves vulpes) uno de los carnívoros más representativos y abundantes del Reino Holártico. Como buen cánido destaca por su capacidad de adaptarse a diferentes ambientes y condiciones. Tal es dicha facilidad que nos encontramos zorros desde los ecosistemas mediterráneos hasta Alaska o Siberia.

Zorro (Vulpes vulpes) buscando alimento en un prado nevado.

Por todos es conocida la astucia de este animal, que suponía un quebradero de cabeza para todos aquellos que tuviesen gallinas entre sus animales de granja. Los zorros buscaban siempre la forma de entrar en el gallinero y conseguir algo de alimento. Sin embargo la capacidad de supervivencia de este animal va mucho más allá.

Zorro rojo sobre la nieve.

En invierno cuando los montes de nuestra Cordillera se cubren por un espeso y frío manto de nieve, estos animales han de ingeniárselas para poder alimentarse. Los zorros son animales omnívoros por lo que aprovechan todo lo que puedan encontrarse, sin embargo la energía aportada por un topillo o cualquier micromamífero es mucho mayor que la aportada por un fruto de las mismas dimensiones. El zorro ha desarrollado una técnica de caza para poder acceder a dicho alimento bajo la nieve. El cánido se desplaza sobre la nieve utilizando las orejas como pequeñas parabólicas en busca de algún indicio de roedores bajo la nieve. Es entonces cuando escucha un sonido bajo la blanca capa, posiblemente un roedor mordisqueando alguna herbácea o bien desplazándose por los túneles que elaboran bajo la nieve. Entonces el zorro se para en seco y comienza a intentar ubicar a la presa con precisión bajo la nieve. Para ello ladea la cabeza a un lado y otro tratando de determinar la posición de su posible presa.

Zorro ladeando la cabeza para conocer con exactitud la posición de su presa bajo la nieve.

Una vez que la localiza comprime sus patas posteriores adoptando un estado de tensión previo al ataque final. Mientras lo hace mueve las orejas para no perder la pista del roedor. Es entonces cuando se libera la tensión acumulada en las patas y el zorro salta de forma vertical cogiendo así la velocidad suficiente para atravesar la capa de nieve y alcanzar al micromamífero.



Secuencia de salto del zorro en la nieve.

En la rápida caída el zorro impacta con la nieve ligeramente helada en la noche anterior y desciende de forma vertical hasta alcanzar al roedor con sus fauces. La verdad que es que en la hora que estuve observando a este ejemplar el éxito fue sorprendente ya que de unos 7 lances consiguió alimento en 5. Resulta increible el ver como el zorro sabe donde se encuentra su presa sin verla tras un telon de unos cuantos centímetros de espesor.

Zorro atravesando la capa de nieve en la caída.

Una vez alcanzada la presa la retira de la profunda capa de nieve y se alimenta de ella tranquilamente en la superficie para rápidamente continuar buscando pequeños mamíferos y consiguiendo reservas para los duros días que pueden venir. Pinchando aquí podéis ver un video gráfico con lo que os acabo de explicar, en este caso con un ejemplar de Yellowstone en Estados Unidos. Cómo podéis ver las cosas extraordinarias no sólo suceden en los documentales, muchas de ellas tienen lugar más cerca de lo que imaginamos. Hay que tener en cuenta que el invierno es la época de celo de los zorros y el desgaste en los mismos se incrementa. Por ello cualquier fuente de alimento es bienvenida en estos momentos.


Zorro alimentándose de un micromamífero capturado bajo la nieve.

Sin embargo a pesar de que el aporte proteico que obtiene de la carne es mayor que cualquier otro, el zorro no desperdicia nada que pueda encontrarse y que le suponga algo de energía, por poca que sea. Hay varias especies de rosaceas con frutos durante el invierno, tal es el caso del rosal silvestre (Rosa canina), el espino albar (Crataegus monogyna) o el serbal de los cazadores (Sorbus aucuparia). Aparte de ser utilizadas como fuente de alimento por muchas especies de aves tanto residentes como migratorias, son una buena despensa para los mamíferos de mediano tamaño que han de afrontar el invierno como el zorro o la marta.

Zorzal real (Turdus pilaris) alimentándose en un majuelo o espino albar (Crataegus monogyna)

Es fácil encontrar excrementos de zorros o martas de un color naranja intenso y cargados de pepitas de los frutos. El pasado fin de semana pude ver como un joven zorro se alimentaba de escaramujos, es decir, los frutos del rosal silvestre, en una zona derretida en la Cordillera Cantábrica. El animal pacía sin apenas levantar la cabeza de los rojos y brillantes frutos.

Joven zorro alimentándose de escaramujos.

El zorro ha sido capaz de adaptarse a las más duras condiciones en un territorio como la Cordillera Cantábrica y año tras año lucha por salir adelante y tener una prole a la que alimentar en primavera asique sólo nos queda desearle lo mejor.
Un saludo y gracias por visitar el blog.

Zorros en celo.

domingo, 11 de noviembre de 2012

La perdiz pardilla

En las zonas altas de la Cordillera Cantábrica, donde es difícil toparse con formaciones boscosas a excepción de algún que otro abedul, vive uno de los tesoros de la cordillera cantábrica, la perdiz pardilla. De tamaño algo menor que la perdiz roja y con características morfológicas más que evidentes, esta gallinacea de tamaño medio vive en los piornales de la montaña cantábrica y campea en los campos de genciana y entre las arandaneras.

Perdiz pardilla (Perdix perdix hispaniensis) adulta entre las arandaneras otoñales.

Es un ave bastante escurridiza ya que suele quedarse quieta hasta que practicamente estás encima suyo, momento en el que levanta el vuelo. Eso siempre que no haya apeonado rápidamente entre el intrincado laberinto de piornos y escobas. En mi tierra reciben el nombre de pardas o patiamarillas (en contraposición a las patirrojas). Es una especie a la que tengo especial cariño, como todas aquellas que implican cierta dificultad a la hora de fotografiarlas en libertad, y sobre todo aquellas especies que implican un valor documental a la hora de ser tomadas. Me explico. Fotografiar una gran rapaz como el águila real requiere muchas horas de campo y un trabajo intensivo para ganarse la confianza del animal, sin embargo son muchas las fotografias de águilas reales tomadas en la Península Ibérica. Fotografiar una perdiz pardilla también requiere su tiempo y tiene el plus de existir poco material de la especie en la Cordillera Cantábrica. Considerando además que las perdices pardillas de la península corresponden a la subespecie Perdix perdix hispaniensis, adquieren un valor documental que pocas veces es valorado en las fotografias.

Juvenil de perdiz pardilla.

Esta especie es uno de los grandes olvidados por muchos. Es una especie relicta de la Península Ibérica con unas características peculiares con respecto al resto de pardillas europeas. Las de nuestro país han escogido las zonas altas y montañosas de matorral alternado con pastizales de montaña para subsistir, mientras que las europeas son típicas de los cultivos, de forma análoga a Alectoris rufa en nuestro país. Es importante por el valor endémico, asi como por la peculiaridad de su hábitat y sin embargo apenas he encontrado trabajos acerca de la misma en las bases de datos digitales, al menos en la Cordillera, si que hay algun trabajo en Pirineos. Es precisamente en Pirineos donde se puede cazar la especie. En la Cordillera cantábrica está prohibida su caza, lo que no significa que no se cace. La perdiz pardilla habita preferentemente por encima de los 1600 metros. En más de una ocasión se caza perdiz roja por encima de esa cota y pocas veces se comprueba la especie que ha levantado estrepitosamente antes de apretar el gatillo y esparcir los perdigones. Suele ser cuando la pieza ha caído cuando más de uno comprueba que lo que ha matado es una parda y no una roja. Ante esta situación la perdiz muerta suele quedarse en el monte y cuando se la llevan a casa, procuran esconderla.
La solución a este problema es tan simple como no permitir la caza de perdiz roja por encima de los 1600 msnm, de esta forma se minimizan los riesgos sobre la perdiz pardilla.

Juvenil de perdiz pardilla.

Esta especie también sufre el problema de otras muchas especies que utilizan los pastizales de montaña para vivir (la liebre de pironal por ejemplo) y es el abandono de usos del campo. Cada vez hay menos ganadería en las regiones donde habita la pardilla, lo que propicia una homogeinización del hábitat, hecho que no favorece nada a la especie ya que escoge mosaicos de matorral y pastizal combinando zonas de refugio y alimentación. La poblaciones han disminuido en las últimas décadas sobre todo por las 2 causas mencionadas (el abandono del campo y la caza). No obstante la provincia de León cuenta con la mejor población de perdiz pardilla de la Península Ibérica, distribuyendo sus efectivos entre el suroccidente (Montes de León, Cabrera...) y la franja norte desde los Ancares hasta Picos de Europa.

Perdices pardillas en otoño.

En esta época del año y hasta la primavera, las perdices pardillas forman grupos familiares, normalmente compuestos por una pareja de adultos y sus pollos. Al llegar el invierno puede que se junten varios bandos llegando a contabilizar hasta 20 ejemplares juntos. En las fotografías aparecen individuos adultos y juveniles. En otoño, los pollos comienzan a coger la pluma de adulto y la diferencia más visual es el color del pico, siendo color marfil o acerado en los adultos mientras que es todavía oscuro en los pollos. Las fotografías fueron tomadas a unos 1750 msnm en una zona que alternaba arándano con pastizal. Las perdices jóvenes se alimentaban tranquilamente bajo la atenta mirada de sus padres que también aprovechaban para alimentarse de vez en cuando.

Ejemplar adulto de perdiz pardilla vigilando mientras los pollos se alimentan en primer plano.

Es alucinante como estas aves aguantan los duros inviernos en la montaña cantábrica. Cuando las nevadas son copiosas suelen buscar zonas húmedas proximas a arroyos donde la nieve dura menos para alimentarse. No obstante las ventiscas y las heladas hay que aguantarlas. Mi padre siempre me cuenta la historia de un bando inmóvil de perdices soportando un ventisqueo invernal. También recuerdo la historia de un cazador que abatió una pardilla blanca hace muchos años en los montes de Alto Sil, aseguraba que era pardilla por encontrarse con más ejemplares de coloración normal.

Juveniles de perdiz pardilla.

Es una especie con una belleza especial cuando se observa tranquilamente. El naranja de su cara contrastado con el gris azulado de su cuerpo, las manchas marrones en sus alas, el color críptico en su dorso y la parte baja del pecho blanca con una mancha oscura en forma de herradura. El problema es que pocas veces pueden observarse así y es volando como debemos de fijarnos en detalles como las plumas rojizas de derecha e izquierda de la cola.

Parda adulta.

Mientras observaba a las perdices, uno de los ejemplares adultos siempre solía permanecer alerta y ante el mínimo indicio de pelígro como una extraña silueta en vuelo, emitia un suave chasquido y todas las perdices se pegaban al suelo para pasar desapercibidas. La verdad es que las plumas marrones barradas del dorso cumplen una buena función de camuflaje. Ante una amenaza terrestre suelen caminar lentamente con ligeros movimientos secos de la cola arriba y abajo para avisar a los demás cuando la distancia es prudencial y cuando se rebasa la distancia umbral de seguridad corren a refugiarse en el monte bajo. Levantan el vuelo si se ven sorprendidas a poca distancia.

Perdiz pardilla adulta.

Es bueno que la gente conozca a esta especie, que comience a ser uno de los iconos de la cordillera y que se venga a la cabeza al hablar de la misma igual que pueden hacerlo el oso y el urogallo. Fueron varios los días que busqué a las pardas y varios los grupos que pude observar, algunos más confiados que otros. Unos en zonas más abiertas y otros más tímidos y precabidos entre los piornos y es que al final los animales no responden todos a un mismo patrón, igual que las personas.

Perdiz pardilla juvenil.

Esta es una especie que siempre pongo de ejemplo cuando sale el tema de la gente que busca rarezas apasionadamente. Cada uno disfruta del campo como quiere, buscando momentos únicos, especies emblemáticas, especies raras o simplemente tachando nombres en una lista. Recomiendo a toda la gente que se vuelve loca buscando aves americanas divagantes en la península, que piense un poco en lo que tiene cerca de casa y disfrute más de ello, siempre por supuesto desde el respeto. Seguramente le resulte gratificante. Esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado la entrada y un saludo.

Perdiz pardilla adulta en una campera entre piornos.

sábado, 13 de octubre de 2012

Bramidos del norte

Le berrea de este año está dando los últimos coletazos y ha vuelto a ser bastante atípica como viene sucediendo los últimos años. Una acentuada sequía, supongo que influye en el comportamiento de los machos derivado de un irregular estado de celo en las hembras. Sin embargo, a pesar de ello, ha dado bastantes frutos en lo que a observaciones y fotografías se refiere.

Recuerdo la berrea del ciervo como una de mis primeras experiencias en el campo, ya que con unos 6 años nos metíamos el madrugón y la caminata a un lugar adecuado donde amanecer y donde casi siempre disfrutábamos de la berrea en soledad, ya que en aquel momento nadie se interesaba por dicho espectáculo natural. El ritual se repetía año tras año y a medida que he ido creciendo cada vez ha sido más complicado encontrar un lugar apartado donde se pueda sentir el escalofrío en el cuerpo al escuchar un macho de ciervo lanzando sus lamentos que retumban en los valles y montañas cantábricas. El interés por dicho acontecimiento ha ido creciendo con el paso de los años y los lugares que de pequeño nadie visitaba ahora son zonas con importante afluencia de público en tiempo de berrea. Hay que adentrarse en lo más agreste y recóndito de la cordillera, utilizando senderos abiertos por el ganado y muchas veces ni tan siquiera eso, para disfrutar del acontecimiento que marca el inicio del otoño.

Ciervo (Cervus elaphus) con 16 puntas berrando en un "fleital" en la Cordillera Cantábrica.

A mediados de Septiembre y acompañados por las primeras lluvias de finales de verano (hecho cada vez más infrecuente), los machos de ciervo comienzan a berrar con la intención de reproducirse. Los primeros días son berridas aisladas en el interior del hayedo o bien en los brezales cantábrico al amanecer y al atardecer. Sin embargo, a medida que pasan los días las hembras entran en estado de estro (celo) y es entonces cuando comienza la verdadera lucha por la reproducción y por perpetuar los genes. Los machos detectan el estado de estro de las hembras mediante la percepción de las feromonas emitidas por las mismas. Para ello presentan un órgano en la parte vomeronasal (paladar) denominado órgano de Jacobson, el cual detecta las feromonas y envía la información al cerebro. Para dirigir las feromonas, que no dejan de ser sustancias químicas, a dicho órgano los ciervos levantan el labio superior e inspiran. Dicha acción se denomina signo de Flehmen y comunmente se conoce como "hacer el feo".

Ciervo mostrando el signo de Flehmen.

Los machos van formando un harén de hembras con las que tienen intención de reproducirse, normalmente dicho harén también está ligado a una determinada zona o territorio. Otros machos también forman sus respectivos harenes, siempre en caso de que las hembras hayan dado el visto bueno. Berran continuamente para dejar claro a quien pertenecen dichas hembras y de vez en cuando intentan copular con alguna de ellas.

Macho de 16 puntas berrando en un "fleital" otoñado de la cordillera.

Sin embargo las hembras a veces se descarrían o aparecen hembras que no están aún en ningún harén, es entonces cuando los machos pueden acercarse. Primero intentarán devolver la hembra con las demás atajando el camino del otro macho. En caso de que uno domine claramente sobre el otro la cosa se queda ahí. Sin embargo cuando la balanza está equilibrada los machos comienzan a caminar pareados emitiendo berridas y haciendo muestra de su fuerza agitando la cabeza contra brezos y helechos y sacando despedidas muchas veces ramas de los mismos. Si ninguno de los dos se da por vencido entonces comenzará la pelea entre ellos enganchando sus cuernas de frente hasta que uno de los dos salga vencedor.

En esta imagen se cuentan bien las 16 puntas del macho.

El vencedor entonces vuelve con sus hembras y en ocasiones con hembras del perdedor ya que este suele alejarse emitiendo alguna berrida pero de forma constante. No obstante, esto no implica que sea el vencedor el único que se reproduzca con las hembras. Las peleas entre machos hacen que estos pierdan de vista a las hembras bastante tiempo, momento que jóvenes ciervos que no tendrían ninguna posibilidad cara a cara con un gran macho aprovechan para salir del piornal o el hayedo y reproducirse con alguna hembra de forma veloz (los ciervos cubren a las hembras en pocos segundos con una especie de brinco) para regresar al hayedo de nuevo. Este ejemplo deja claro que la frase "la supervivencia del más fuerte" no siempre es correcta y lo adecuado sería decir "la supervivencia del más apto", entendiendo por apto aquel individuo capaz de dejar descendencia.

El 16 puntas berrando de nuevo.

Al contrario de lo que mucha gente piensa el número de puntas no va relacionado con la edad del ciervo, al menos no completamente. Es cierto que un joven de un año tiene solamente una vara pero un ciervo de 7 años no tiene porque tener 14 puntas. El número de puntas en un ciervo va en función de la alimentación, la genética, el estado de sus testículos ya que en muchas ocasiones daños en los mismos pueden provocar deformidades en las cuernas, y por supuesto el estado de salud. Los machos de ciervo tienen un punto en sus vidas en los cuales están en plenitud, a partir de dicho momento comienzan a decaer y pierden cualidades.

Ciervo con 14 puntas en un "fleital" cantábrico.

La berrea es una época de gran desgaste para los machos ya que solamente emplean su tiempo en la defensa de las hembras, peleas con otros machos y reproducción. Por ello apenas se alimentan y no se aprecia ni un gramo de grasa en sus cuerpos, al contrario que a finales de verano donde los ciervos lucen panzas lustrosas de cara a afrontar semejante gasto energético. Además de dicho desgaste también hay que tener en cuenta la presión de caza sobre estos animales en esta época y la forma en que veo que se lleva a cabo últimamente. Todos estamos de acuerdo en que no pasa nada porque se cacen ciervos, es más, viendo la presión que tiene el lobo en la cordillera cantábrica es necesario. Otro gallo cantaría si se dejase que los lobos jugasen su papel. Sin embargo, es cada vez más frecuente que me tope con cuerpos decapitados de venados en tiempo de berrea. La caza solamente por un trofeo nunca la entenderé, si quieres tener el ciervo en el salón sácale una foto y la imprimes a buen tamaño, de esa forma podrás volver a la zona y disfrutar del animal en más ocasiones. La cuestión es que pegar un tiro a 200m no es tan difícil como hacer una foto a 30m.

Macho de 12 puntas berrando en una tarde húmeda en la cordillera cantábrica.

Todos los que salgáis al campo en estas montañas sabréis que a pesar de lo comunes que son los ciervos son animales que tienen difícil acercamiento ya que siempre están alerta y su olfato desarrollado sumado a unas grandes orejas parabólicas hacen que cualquier movimiento u olor alcance sus sentidos. Entonces quedan mirando en la dirección de la que provienen dichas señales y al mínimo indicio huyen. Sin embargo en época de berrea los machos bajan un poco más la guardia de lo normal y si están alejados de las hembras el acercamiento puede ser exitoso, ya que las hembras siguen pendientes de todo. Siempre he escuchado que la berrea es una época en la que la mayor confianza de los ciervos hace que sea buen momento para que los jóvenes lobos empiecen a tomar contacto con las técnicas de caza que aprenderán del resto de la manada, ya curtida en cacerías.

Macho de 14 puntas atento al extraño bulto que emite chasquidos de obturador.

Como comentaba al principio de la entrada, la berrea es más irregular que cuando observaba la misma siendo más pequeño. Los machos berran intensamente algunos días, mientras que otros no emiten ningún tipo de sonido. De forma tradicional se dice que la lluvia es la culpable de que los machos berren más, sin embargo este año algún día en los que el día anterior había llovido bastante, el silencio se apoderaba de los bosques cantábricos. Además he escuchado a ciervos berrar en épocas bastante atípicas como mediados de Julio o bien en invierno en el sur de la península. Además no se ven los grandes harenes que se veían hace unos años y ahora los machos suelen ir acompañados de un par de hembras o 3 como mucho.

Ciervo de 14 puntas berrando al atardecer.

Está demostrado científicamente que el ciervo puede causar un desequilibrio importante en los ecosistemas, siempre que este aparezca en abundancia, como todo, ya que los ecosistemas han de presentar un equilibrio natural. Puede causar impacto sobre las poblaciones de urogallo y corzo al competir por el alimento. No quiero que esta frase se interprete mal, ya que puede parecer que defiendo que se cacen los ciervos, para nada. Lo único que pretendo con ella es dejar muy claro la necesidad del lobo en la cordillera cantábrica. Un superpredador que mantenga a ralla a las poblaciones de estos animales de una forma natural y aprovechando totalmente los cadáveres para alimentar a la manada. La solución a la expansión del ciervo no debería ser ofertar un mayor número de batidas, debería ser la supresión de las cacerías de lobo.

Ciervo de 12 puntas berrando al atardecer.

La técnica utilizada para la realización de las fotografías es la de observar a distancia una buena zona donde se vea acción a la hora de berrar, pelearse y demás. Es esencial que tenga hayedo o bosque cerca ya que la intención es esperar escondido de frente al lindero y los machos van saliendo del hayedo a fanfarronear, momento en el que podremos tomar las fotografías. Personalmente, será porque es lo que he mamado desde pequeño, me gustan más las fotografías de ciervos realizadas en la cordillera cantábrica con animales en total libertad, que las de algunas zonas del centro y sur de la península en fincas privadas y zonas adehesadas sobre un suelo agostado, sin desmerecer para nada el mérito de las mismas.

Macho de 16 puntas saliendo del hayedo.

Espero que os haya gustado la entrada y a los que vivís la berrea en estas montañas os haya transmitido un poco de lo que yo llevo sintiendo muchos años. He tenido el blog abandonado muuucho tiempo y es por ello que espero poder coger la rutina de nuevo con él. Sé que siempre lo digo y nunca lo hago pero bueno. Un saludo y gracias por visitar el blog.

jueves, 17 de mayo de 2012

Aguiluchos cenizos

Si observando zonas abiertas de la montaña o de los llanos véis una rapaz de grandes alas que planea como si fuese una cometa con sus ojos clavados continuamente en el suelo en busca de alimento, seguramente estéis viendo un aguilucho. Si además presenta una tonalidad grisacea (en caso de que sea macho) o bien parda (en caso de ser hembra) ya habéis cerrado un poco el círculo y seguramente sea un aguilucho cenizo (Cyrcus pygargus) o bien pálido (Cyrcus cyaneus). Es entonces cuando hay que fijarse en los detalles, que bien podrían formar parte de una clave dicotómica, para diferenciar a estas especies. En el caso de que sea un macho nos fijaremos si presenta una franja negra en la parte dorsal de las alas, si la presenta es un aguilucho cenizo. Además su pecho presenta barras de colores marrón claro y gris alternas sobre un fondo claro. El pálido tiene el dorso uniforme al igual que el pecho, que es gris liso. En el caso de que sea una hembra o un juvenil nos fijaremos en el número de primarias que son bien visibles. En el caso de que veamos 5 (como si fuesen los 5 dedos de una mano) será un aguilucho pálido. En el caso de que sólo veamos 4 estaremos ante un aguilucho cenizo. También podemos ver en nuestras latitudes muy raramente algún aguilucho papialbo (Cyrcus macrourus) pero no es demasiado habitual que crucen la Cordillera asique los dejo al margen.

Hembra de aguilucho cenizo (Cyrcus pygargus) con las características mencionadas antes. 4 primarias marcadas.


Macho de aguilucho cenizo (Cyrcus pygargus) donde podemos ver los caracteres típicos de la especie (4 primarias, franja dorsal oscura y pecho con alguna mancha marrón)

Cuando pensamos en este animal solemos asociar su silueta a los campos de cultivo y a vastos llanos donde estas aves aprovechan para criar en el suelo entre los cereales, hecho peligroso para las mismas ya que durante la cosecha sus nidos corren serio peligro. Sin embargo, yo me he familiarizado con verlos a menudo en algunos prados y laderas de brezo de la Cordillera Cantábrica, alcanzando incluso los 1900 msnm. El hecho de vivir en un lugar como León donde tenemos en la región sur amplias zonas de cultivo y en el norte escarpadas montañas hace que podamos observar al mismo animal desarrollando su ciclo vital en entornos muy diferentes y sin embargo con éxito en ambos lugares.


Hembra de aguilucho cenizo buscando alimento en un prado de la Cordillera Cantábrica.

La capacidad de vuelo de estas aves es extraordinaria ya que presentan una agilidad envidiable. Los que hayáis tenido ocasión de observar la parada nupcial de estos aguiluchos sabréis de lo que hablo ya que el macho le pasa presas a la hembra en vuelo con unas cabriolas dignas solamente de una rapaz tan estilizada como esta. Pueden volar con el viento de cara mientras sus ojos analizan cualquier resquicio del sustrato esperando encontrarse grandes ortópteros como grillos o saltamontes, o algún roedor, elementos base de su alimentación.

Hembra de aguilucho cenizo barriendo el terreno. En esta imagen se aprecia lo estilizado de esta rapaz.

Intentando fotografiar vuelos de estos aguiluchos hay que armarse de paciencia ya que el enfoque se vuelve loco cuando el animal vuela con un fondo terrestre, sin embargo es toda una satisfacción cuando una de las tomas queda aceptable. Observándolos, barren la superficie herbácea por completo con la eficacia de una segadora. Vuelan sobre una linea de terreno, entonces se dejan llevar para comenzar por la linea paralela a la anterior, así sucesivamente hasta que completan todo el área. Al finalizar su jornada de caza buscan un lugar seguro donde pasar la noche, en los brezales de la Cordillera o en los rastrojos de los llanos.


Machos de aguilucho cenizo preparados para pasar la noche en el páramo leonés.

Vuelvo ahora a la descripición que encabeza esta entrada sobre el aguilucho cenizo. Y es que en la naturaleza no existen los Dogmas y es muy complicado que algo sea 100% predecible. Es por ello que no todos los aguiluchos cenizos se ajustan a todos los caracteres descritos anteriormente. Esta especie presenta muy frecuentemente melanismo, es decir, un exceso de melanina en su plumaje, lo que lo torna oscuro (marron oscuro y negro). Sin embargo no por ello deja de ser un aguilucho cenizo. La verdad es que en la zona de la Cordillera donde veo mayor cantidad de aguiluchos cenizos observo el mismo número de machos melánicos que de coloración normal. Pasa lo mismo en la zona del sur de León que suelo visitar.

Aguilucho cenizo melánico posado en el páramo leonés.

La entrada ha sido más breve de lo normal, no obstante espero que os haya gustado. Un saludo.

martes, 8 de mayo de 2012

Primavera invernal: Treparriscos y otros.

Esta primavera ha venido más invernal de lo normal y eso hace que podamos observar escenas poco usuales para la época en la que estamos, ya que podemos ver a ciertas especies sobre un manto blanco, cuando normalmente acostumbramos a observarlas entre las herbáceas floridas de los prados cantábricos. Los pasados temporales que cubrieron de nieve las montañas cantábricas el pasado Abril, coincidieron con una de las épocas más importantes de migración de aves en la región Paleártica y es que las especies que invernaron en estas latitudes toman rumbo norte hacia sus colonias de cría, mientras que las que nos abandonaron durante el invierno buscando el calor del sur, vuelven a las montañas de la cordillera a reproducirse. Es por tanto un momento de encuentros entre unos que llegan y otros que se van y este año fueron especiales por las nevadas que servían como telón de fondo a dichas situaciones.

Las collalbas grises recién llegadas de África se encontraron con unas temperaturas más bajas de las esperadas y el hecho de que la nieve cubriese los prados y laderas de alimentación que suele utilizar esta especie, hizo que se aproximasen a zonas donde la nieve no cuaja. Un ejemplo de ello son las carreteras que al conservar el calor, facilitan la fusión de la nieve y también las pequeñas presas de agua que circulan en torno a las mismas donde aparte de no haber nieve, hay invertebrados que sirven a estas aves como fuente de proteínas. El día en que realicé la fotografía conté 12 ejemplares en 200 m de carretera para dar una idea del uso de estas zonas en los temporales.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe) aguantando el temporal.

Otros que llegan a la Cordillera Cantábrica son los pechiazules (Luscinia svecica), pero estos no pasaron el invierno en África, sino que lo hicieron normalmente en zonas costeras y humedales de la península donde es más fácil el sustento alimenticio en la época invernal. Vuelven a las montañas luciendo su plumaje nupcial, mucho más llamativo que el de invierno y buscando zonas de alta montaña donde reproducirse y alimentar a su prole. Sin embargo la nieve hace que, al igual que las collalbas, busquen zonas sin nieve donde comer y aguantar el temporal.

Pechiazul (Luscinia svecica)

Es fácil ver cigúeñas sobre los prados nevados en la cordillera ya que estas regresan a las zonas de cría de la misma cada vez antes y es normal ver cigüeñas en Enero y Febrero, época en la que todavía nieva con fuerza normalmente en estas montañas. Aunque estas aves utilicen las zonas encharcadas durante todo el año para alimentarse de lombrices y anfibios, bajo la nieve es aún más fácil verlas en estas zonas ya que lo demás aparece completamente ocupado por la gruesa capa de nieve.

Cigúeña blanca (Ciconia ciconia)

Me sorprendió en esos días de temporal la cantidad de alondras (Alauda arvensis) que pude observar. Son aves que en la cordillera suelen distribuirse en laderas despejadas a bastante altitud aunque también ocupan zonas de cultivos no tan altas como por ejemplo en la comarca de Babia. Sin embargo, tras el temporal, bandos de incluso 10 ejemplares correteaban por los lugares donde asomaba la hierba. La nieve da mucho juego fotográficamente hablando ya que especies que pueden parecer comunes, hacen especial una fotografía por el mero hecho de haber nieve.

Alondra común (Alauda arvensis)

Ya que hemos hablado un poco de los que llegan, es el turno ahora de los que nos abandonan en primavera. Un ejemplo es el esmerejón. Esta rapaz de pequeño tamaño no es abundante como invernante en la cordillera, sin embargo puede verse en los pasos bien hacia el sur cuando se dirige a los llanos castellanos donde pasará el invierno o bien hacia el norte cuando regresa a sus zonas de reproducción al norte de Europa. En mi última observación de un esmerejón, este aguantaba la nevada estoicamente perchado sobre un árbol en la linde de un prado cantábrico. A pesar del tamaño de la imagen se puede apreciar que este macho ya ha mudado gran parte de su plumaje, presentando parte de la nuca de un tono rojizo y el dorso totalmente plomizo.

Esmerejón (Falco columbarius) bajo la nieve en el mes de Abril.

Otro de los animales que también se desplaza como consecuencia de las nieves y los temporales es el treparriscos (Tichodroma muraria) ya que realiza migraciones altitudinales en invierno llegando incluso a pasar el invierno en acantilados costeros del cantábrico o bien en las paredes de las casas de ciertos pueblos. Este último temporal hizo que algunos treparriscos apareciesen a cotas algo más bajas de las esperadas para la época en la que estamos. Concretamente fueron dos ejemplares de los que disfruté en una profunda garganta de estas montañas. El ave que recuerda a una mariposa, con largas uñas para aferrarse a los farallones calizos y pico largo para encontrar a los invertebrados que le sirven de sustento entre las grietas rocosas, ajitaba sus alas rojizas mientras se desplazaba de forma vertical por el paredón.

Treparriscos (Trichodroma muraria)

Observaba a el ejemplar de la fotografía cuando otro individuo entró en escena provocando una confrontación alada junto a la roca viva. Caminaban verticalmente por la vertical rocosa para de golpe dejarse caer cerca del punto de inicio de su transecto y volver a ascender. Así continuamente indagando en todas las esquinas en busca de alimento. Podían cambiar de una cara a otra de la garganta dejando ver sus alas ligeramente redondeadas y adornadas por motas blancas. A cierta distancia es complicado apreciar el tono rojizo de las mismas a simple vista y sólo destacan las manchas claras sobre un fondo más oscuro.

Treparriscos (Trichodroma muraria), en esta fotografía se aprecian las largas uñas.

Treparriscos (Tichodroma muraria)


Imágenes de treparriscos con las alas extendidas. A medida que ascienden realizan una especie de ligera sacudida de las alas.

En esta imagen se pueden ver los 2 ejemplares de treparriscos observados uno en cada esquina de la imagen.

Parece que el tiempo mejorará a partir del miércoles asique esperemos que todo vaya volviendo a ser algo más acorde a la época en la que estamos y ya de paso nos deje campear un poco sin calarnos hasta la médula. Espero que os guste la entrada y un saludo.