lunes, 25 de noviembre de 2013

Un año en la vida del gato montés: El otoño.

Esta será la última de las entradas dedicadas al ciclo anual en la vida del gato montés (Felis silvestris) en la Cordillera Cantábrica. El otoño al igual que la primavera es una época de transición. En este caso pasamos de las altas temperaturas veraniegas, al frío invierno, época de escasez alimenticia y en la que los animales homeotermos (animales de sangre caliente y que tienen la capacidad de generar calor mediante reacciones bioquímicas en su interior) ,entre los que se encuentran los gatos monteses, han de obtener energía para la síntesis de calor y no morir congelados.

Macho de gato montés (Felis silvestris) en otoño.

En otoño el gato ha de cazar constantemente para obtener reservasde cara al invierno y tras las múltiples cacerías que efectúa en esta época los gatos normalmente dedican tiempo al cuidado de su pelaje y a la limpieza del mismo ya que en el frenesí de los lances se manchan de tierra y sangre. En el siguiente video podéis ver momentos de limpieza del gato montés en los que presta especial atención a las almohadillas plantares y al pelaje de sus patas. Para ver el video pulsad en Vimeo y marcad el icono HD además de escoger la opción de pantalla completa.


Dado que en invierno es más dificil conseguir alimento, el otoño consiste básicamente en una estación de engorde para el gato montés como conducta previsora ante el implacable invierno. En otoño los prados están verdes y la tierra blanda por lo que los roedores abundan en los mismos y los gatos se aprovechan de ello. Dicho comportamiento podría recordarnos al de los animales que hibernan como por ejemplo el oso pardo para el cual el otoño es una época de obtención de reservas energéticas mediante la injesta de alimentos como castañas, hayucos o bellota. Sin embargo el gato no lo hace para entrar en un estado de dormancia en el que reducen sus constantes vitales, ya que los gatos no hibernan, aunque la bibliografía recoge que pueden permanecer inactivos ante fuertes temporales invernales hasta 24 horas. Simplemente lo hacen para tener una reserva energética realmente útil en los momentos de escasez tan abundantes en invierno.

Gato montés alimentándose de una rata topera (Arvicola scherman) en el otoño cantábrico.

Gato montés relamiéndose tras la ingesta de un roedor

El aumento de masa corporal de los gatos monteses durante esta época es patente y observándolos a distancia mediante el uso de un telescopio se aprecia perfectamente el engorde de estos animales cuyo vientre en ocasiones está a punto de rozar el suelo. De la misma forma, tras el invierno, el desgaste ocasionado por la climatología, la escasez de alimento y el estrés del celo hace que tantas reservas adquiridas antes de la estación blanca hayan merecido la pena. Como muestra de ello podéis observar las siguientes fotografías en las que comparamos imágenes del mismo ejemplar de gato montés a mediados de otoño y tras el invierno tomadas con 5 meses de diferencia.

Aspecto de macho de gato montés en otoño. Se aprecia la gran reserva energética de cara a afrontar el invierno.

Aspecto del mismo gato montés tras el invierno. La pérdida de reservas en forma de grasa es considerable.

En este momento el celo de los gatos monteses se acerca y los machos comienzan a deambular por los territorios marcando los mismos mediante señales olorosas y excrementos en zonas visibles. También son habituales las nevadas otoñales inesperadas por lo que los animales realizan algún que otro desplazamiento altitudinal. Este año he podido observar como ante una de estas nevadas uno de los gatos se desplazó a lo largo de varios días hacia zonas más bajas del valle, hecho que aprovechó otro macho para adentrarse en la zona habitual de campeo del primero y dejar su olor en todas las zonas posibles. Este último ejemplar se caracteriza por presentar una pequeña mota blanca en la cola y sobre todo por ser tuerto ya que una nube blanca cubre su ojo derecho.

Macho de gato montés tuerto y con mancha blanca en la maza negra de la cola.

Macho de gato montés tuerto dejando una marca olorosa en unos juncos dentro del territorio de otro macho de gato montés.

La pérdida del ojo pudo ser ocasionada por una pelea con otro macho para defender el territorio (por ello aprovecha a adentrarse en territorio "enemigo" ante la ausencia de su dueño), al pelearse con una hembra (ya que los encuentros amorosos de estos animales como en la mayoría de felinos son bastante violentos) o simplemente al golpearse el ojo con una rama o un espino al huir ante algún peligro. He de decir que el gato tuerto se defiende perfectamente ya que capturó presas en los dos intentos que hizo mientras lo observaba. Su estado era nervioso e inquieto moviendo la cabeza continuamente hacia los lados con el fin de cubrir el punto ciego de su lado derecho.

Como dije anteriormente los machos de gato montés depositan sus excrementos en zonas visibles junto a caminos o sobre tapines en su territorio y normalmente lo hacen en las zonas más utilizadas por los mismos. En general diferenciar los excrementos de gato montés de los de gato doméstico no es demasiado complicado ya que, según la bibliografía, los gatos domésticos entierran sus excrementos por norma general mientras que los monteses no. El aspecto de los excrementos es el de una serie de segmentos cuyos extremos encajan siendo cóncavo en uno y convexo el siguiente. La composición generalmente es de pelo ya que su alimento principal ocupando casi el 85% en la cordillera son los roedores. En zonas donde habita el conejo (Oryctolagus cuniculus) este pasaría a ser la presa principal, sin embargo no existen apenas conejos en la Cordillera Cantábrica. El 15% restante lo ocupan reptiles, aves, etc. A veces también podemos encontrarnos hierba en los excrementos, la cual es ingerida por la especie para purgar su aparato digestivo. En la imagen podemos ver (aunque la imagen no sea buena) un grupo de excrementos de gato montés con la configuración en segmentos y con pelo como componente principal. A la izquierda aparece algún excremento posiblemente de zorro en el que se aprecia la ingesta de fruto aunque también podría tratarse de un mustélido tipo marta/garduña. Es habitual que los puntos de deposición de excrementos de fauna coincidan y muchas veces podemos encontrar los de varias especies juntos. Dentro de los excrementos del gato el situado más a la derecha presenta hierbas organizadas en pincel que ha expulsado el gato tras haberlas ingerido para purgar su intestino.

Esquema descrito anteriormente.

En esta época tampoco es extraño encontrarse con gatos monteses en las proximidades de poblados y entornos humanizados a pesar de la presencia de ganado en la mayoría de prados aledaños a los pueblos. Los gatos y el ganado simplemente se miran sin darse mayor importancia. A continuación podéis ver un vídeo de interacción entre gatos monteses y otros habitantes de la Cordillera Cantábrica.

Hembra de gato montés en un entorno humanizado con múltiples vallas y un pueblo al fondo.


Los valles aparecen helados cada mañana y las montañas pintadas de blanco. Poco a poco la nieve descenderá cubriéndolo todo con un manto blanco y poniendo a prueba a los múltiples habitantes de estas montañas. Comenzará de nuevo la época más intensa en el ciclo vital del gato montés y este volverá a repetirse otro año más. Espero que os hayan gustado las entradas dedicadas a la vida de este misterioso animal en las montañas de la Cordillera Cantábrica y que hayáis disfrutado tanto leyéndolas como yo escribiéndolas. Un saludo y gracias por visitar el blog.

Macho de gato montés en un prado otoñal.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Un año en la vida del gato montés: El verano.

En el momento en que los días aumentan en horas de luz y en temperatura de forma notable, haciendo que lo haga también la longitud de la hierba, sabemos que se está acercando el verano. Época de descanso para la mayoría de personas y en la que podemos dedicar la mayor parte del tiempo a lo que nos gusta.

Rasgos faciales de un macho de gato montés (Felis silvestris) en verano.

Sin embargo, no es para nada la mejor época para observar fauna. La vegetación se torna exhuberante en todos los rincones. Helechos, zarzas, gramíneas, macrófitas y demás plantas, cubren todas aquellas zonas que el resto del año suponen un lugar donde clavar los prismáticos con ciertas garantías de avistar algún animal.

Gato montés entre la vegetación típica de principios de verano en la Cordillera Cantábrica.

Las elevadas temperaturas hacen que la fauna se refugie practicamente todo el día y sea solamente visible, en general, un par de horas tras el amanacer y una hora antes del atardecer. A todo ello hay que sumar que en verano el monte se llena de todo tipo de gente que dejamos nuestro olor en el campo en el más leve de los casos, ya no me meto en las voces, la basura y los colores chillones de los grupos menos respetuosos. Sin embargo a pesar de todo ello la fauna salvaje obviamente no desaparece, sigue ahí viviendo el día a día en la estación del calor. Entre ellos el gato montés (Felis silvestris).

Hembra de gato montés a principios de verano en un ambiente de matorral.

La primavera terminó con los prados llenos de hierba y en algún rincón del bosque las hembras de gato montés tienen escondidos a sus cachorros de un mes. Desde el invierno hasta ahora el pelaje de los gatos monteses a pasado de ser tupido y grueso (a causa de la borra que evita la pérdida de calor del animal) a ser fino, corto y brillante confiriendo a los gatos un aspecto más esbelto, ágil y larguirucho y que en ciertas ocasiones puede recordarnos a gatos domésticos, sobre todo en hembras e individuos juveniles. Sin embargo analizando las características típicas como la raya oscura en el lomo o la cola roma con maza negra en el extremo y algún anillo podemos resolver las posibles dudas que tengamos en la identificación.


Hembra parida de gato montés (Felis silvestris) con pelaje de verano. La cara más achatada en los gatos monteses también ayuda a su diferenciación con respecto a los domésticos.

La hierba es verde intensa a principios de verano y a medida que avanza la estación se va tornando amarillenta y el monte se agosta. Es poco antes de que suceda esto, cuando la hierba es alta y de buena calidad nutritiva cuando se lleva a cabo en la Cordillera un momento importante en la vida del gato montés, la siega. Los prados se llenan de gente con maquinaria diversa (pocos recurren hoy en día a la guadaña) que hará que los prados pasen de ser un mar vegetal en el que es imposible ver nada, a un lugar con hierba rapada en el que es fácil localizar a la fauna.

Hembra de gato montés en un prado a principios de verano con la vegetación exhuberante y verde.

Macho de gato montés en un prado con el verano más avanzado. Las espigas han crecido y los verdes han perdido intensidad tornándose amarillentos.

De la misma forma que es más sencillo para nosotros localizar a los gatos en un prado segado, lo es para ellos localizar a sus presas, por lo que los días posteriores a la siega son un buen momento para la localización de individuos y el análisis de su comportamiento. Resulta curioso que en la mayoría de guías se deja claro que los gatos monteses en general evitan la proximidad a pueblos o zonas urbanizadas. Sin embargo es en los alrededores de los mismos donde se producen gran cantidad de avistamientos en esta época. De forma tradicional en la montaña cantábrica los pueblos se han ubicado en zonas ricas en tierra y agua que asegurasen el cultivo y la crianza de animales para subsistir. Del mismo modo los gatos monteses necesitan zonas con buena tierra y abundante humedad para la presencia de presas que aseguren su supervivencia por lo que, al contrario de lo que suele aparecer en ciertas guías, los gatos monteses y los hombres están muchas veces más cerca de lo que pueda parecer.

Macho joven de gato montés en un prado recién segado.

Majadas, brañas y fondos de valle son lugares donde predominan los prados. No obstante es esencial que exista en sus proximidades un bosque, matorral o roquedo donde se refugie el felino ante amenazas o en las horas más calurosas. De hecho, a veces la superficie de prado es relativamente pequeña con respecto al bosque con lo que observar al animal al descubierto no es tan sencillo, sin embargo caminando por las proximidades encontraremos indicios de su presencia como huellas o excrementos y sabremos que utiliza ese lugar como cazadero.

Huella de gato montés en el barro.

En este momento los gatos escogen aquellos prados donde el invierno ha sido más severo. Es decir, aquellos donde la cantidad de nieve y la escasez de luz han asegurado una humedad suficiente para que la cantidad de hierba producida fuese elavada y al mismo tiempo la cantidad de roedores que se alimentan de la misma. No es extraño por tanto que los prados donde en invierno no se ve ningún rastro de fauna debido a la dureza de la nieve por ubicarse en la umbría o el "aviseu" sean buenas zonas de campeo de gatos y zorros tras la siega veraniega.

Macho de gato montés campeando en un prado recién segado y amarillento a mediados de verano.

Las hembras de gato montés capturan presas en los prados aledaños al refugio de sus cachorros y cuando la cacería es exitosa caminan con la presa en sus fauces hacia el lugar donde se esconden los pequeños gatos. En alguna ocasión se alimenta ella misma de la presa en el punto donde la ha capturado ya que necesita reponer energía puesto que el desgaste que sufren en este momento las hembras paridas es elevado. A continuación os muestro un video que recoge múltiples lances de caza efectuados por la especie en la Cordillera Cantábrica. Como dije en otras ocasiones, la rata topera (Arvicola scherman) es su principal presa en la montaña cantábrica y aporta la cantidad de energía suficiente para sobrevivir de forma holgada capturando varios ejemplares al día. En un primer momento el gato montés olfatea la topera para ver si hay rastros recientes de su presa o bien hace tiempo que no pasa por allí. En caso afirmativo comienza la espera ante el agujero o bien el acecho desplazándose hacia la fuente del más mínimo sonido. Cuando asoma la rata el gato salta sobre ella y la atrapa con sus fauces ocasionando la muerte del animal normalmente al partir la columna del roedor a la altura de las cervicales. Como se observa en el video el tamaño de los ejemplares de rata topera puede ser considerable y lleva un buen rato conseguir tragarlos enteros. Para disfrutar el video en condiciones pinchad en Vimeo y vedlo en HD marcando el icono correspondiente a pantalla completa.


Esta necesidad de aportar alimento de forma continua hace que podamos observar hembras de gato montés cazando al medio día en pleno verano cuando los termómetros rondan los 30º, algo que en principio podría parecer impensable. Los pequeños gatos van creciendo y se aventuran cada vez más a separarse de la guarida, acompañando incluso a sus madres en alguna cacería.

Hembra de gato montés campeando en un prado cantábrico a las 12 de la mañana. El aspecto desaliñado del ejemplar es típico en hembras durante la cria de sus cachorros.

Gran cantidad de prados presentan carreteras en zonas cercanas cuyo tráfico es mayor en el estío, por lo que el verano es una época en la que gran cantidad de animales mueren atropellados, entre ellos los gatos monteses. Por ello es necesaria la precaución y la calma en la conducción en este momento del año, por supuesto por nuestra seguridad pero también por la de posibles peatones cuadrúpedos inesperados. Desafortunadamente los atropellos siguen siendo una de las principales causas de mortalidad en la especie aunque obviamente los valores fluctúan en función de la zona estudiada.

Triste imagen tomada por Pascual Alcázar (c) en la que se ve una hembra de gato montés atropellada junto a sus cuatro cachorros en la Comunidad de Madrid.

Ya que he decidido tocar el tema, las amenazas que se ciernen sobre el gato montés son varias y de diferente importancia en la Cordillera Cantábrica. El tema estrella a la hora de hablar del gato montés es la hibridación. De hecho se baraja el mismo como una causa importante de declive de la especie y esto es cierto sin embargo en ciertas zonas no parece suponer un riesgo real. Lugares como Escocia con unos valores críticos en cuanto a población de gato montés, o algunas zonas del este de Europa si ven amenazada la existencia de sus gatos a causa de la presencia de gatos domésticos asilvestrados que se reproducen con los mismos. Por lo general los casos de hibridación en la mayoría de especies comienzan a ser un problema cuando existen pocos inidivudos de la especie silvestre. Esto sucede con salmones, lobos y por supuesto con gatos (aunque parecen ser pocos los casos de hibridación del felino en la Cordillera). Mientras existan suficientes individuos de machos y hembras de gato montés (con un sex ratio o relación en el número de individuos de cada sexo adecuada) los problemas de hibridación no serán tan importantes. La Cordillera Cantábrica cuenta con una de las poblaciones más abundantes de gato montés localizándose la mayor densidad según tengo entendido en la montaña Palentina, por lo que los problemas de hibridación son mínimos. Es cierto que existen gatos domésticos cuya área de campeo se solapa con la de ejemplares monteses. Sin embargo los encuentros con estos suelen ser violentos y no pasan de unos cuantos bufidos y arañazos. La transmisión de enfermedades por parte de gatos domésticos puede ser otro riesgo para la especie aunque no existe ningún estudio al respecto.

Macho joven de gato montés asomándose a un prado recién segado.

El mal llamado "Control de Predadores" es un problema para la especie sobre todo en la zona centro y sur de la Península donde la práctica totalidad del territorio se corresponde con fincas privadas de explotación cinegética o ganadera. Así pues cualquier animal que sea susceptible de ocasionar bajas en sus conejos, perdices, o crías de ungulados es algo que ha de erradicarse inmediatamente. Sobran los comentarios al respecto ya que no sería capaz de describir la ignorancia implícita en dicho "control". A pesar de que en el norte peninsular la gestión del territorio es diferente siguen siendo muchos los gatos que caen a manos de escopeteros tras un mal o buen día de caza y al contrario que ciertas especies animales estos abundan bastante por lo que las especies objetivo de su sed de sangre llevan las de perder a pesar de ser considerada como casi amenazada (NT) en el Libro Rojo para España y esté incluída en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas con la categoría de Interés Especial. Esto significa que al aparecer en dicho catálogo, esta especie es una especie protegida legalmente y por tanto su caza está prohibida. Al parecer todo esto da igual.
La destrucción del hábitat parecía ser un problema, entendiendo el mismo como deforestación principalmente, ya que el gato montés se consideraba como una especie eminentemente forestal a raíz de los estudios desarrollados en Escocia donde sí parece ocupar dicho ambiente de forma general. Sin embargo, en la Cordillera Cantábrica y de la misma forma que otros muchos medianos carnívoros, la especie selecciona paisajes en mosaico que alternen prados, roquedos, bosque y matorral y la homogeinización de los mismos puede ser un riesgo potencial para la especie.
Otro problema importante que comparte el gato montés con otras muchas especie es el desconocimiento. Las especies poco conocidas o estudiadas llevan las de perder por términos generales. Por supuesto y como ya comenté anteriormente los atropellos son una importante fuente de bajas en las poblaciones de gato montés.
Así pues son múltiples las amenazas de las que son objeto los gatos monteses, sin embargo no existen estudios profundos al respecto en la Cordillera. Afortunadamente la población de la especie parece evolucionar de forma favorable en dichas montañas.

Gato montés en un prado reverdecido por las lluvias de finales de verano.

De repente los días comienzan a acortarse, las heladas son relativamente frecuentes durante las noches y las lluvias y nieblas de los últimos días del verano hacen que los prados comiencen a reverdecer de nuevo. Se acerca el otoño, época que analizaremos en la siguiente y última entrada de la serie centrada en la vida del gato montés. Un saludo y gracias por visitar el blog.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Un año en la vida del gato montés: La primavera.

El invierno, uno de los momentos más críticos y cruciales en la vida del gato montés (Felis silvestris), ha sido superado con éxito. Comienza entonces la primavera, una época de transición bastante impredecible en cuanto a la climatología ya que años como el pasado nieva hasta el mes de Junio y otros sin embargo las temperaturas rondan los 20º. Las hembras han sido fecundadas y albergan en su interior la siguiente generación de gatos silvestres. Generalmente las nieves van derritiéndose en las zonas altas y los gatos que durante el invierno se habían refugiado en cotas menores ascienden a sus territorios de cría y alimentación. No obstante como dije anteriormente son habituales las nevadas tardías en esta época viéndose los felinos obligados a descender en altitud de forma intermitente.

Hembra de gato montés preñada como se aprecia por el volumen de su vientre

Al retirarse la nieve la hierba de los prados aparece quemada por el frío y es de un tono amarillento. Además está tumbada por el peso de la gruesa capa nival y la visibilidad para cazar es excelente por lo que los gatos monteses frecuentan en este momento los prados de solana donde la nieve desaparece antes para buscar alimento.

Macho de gato montés (Felis silvestris) en un prado amarillento al principio de la primavera.

Macho de gato montés sentado en un prado con la hierba aplastada y amarillenta a causa de la nieve recién derretida.

A medida que aumenta el número de horas de luz y asciende la temperatura, la montaña cantábrica explota en una ensalada de verdes. La productividad es máxima en este momento, los árboles se cubren de hoja y la hierba en los prados crece a un ritmo vertiginoso. La hierba alta incomoda a los gatos monteses a la hora de buscar alimento.

Gato montés acechando en un prado primaveral.

Es más complicado acercarse de forma sigilosa a sus presas ya que todo su cuerpo hace ruido al deslizarse entre la vegetación y hay más obstáculos a la hora de atrapar al roedor, también a causa de la vegetación que impide maniobrar con comodidad. No obstante en alguna ocasión he observado a gatos monteses cazando en prados con hierba bastante alta. Los individuos se levantan sobre las patas de atrás en alguna ocasión para escuchar mejor los movimientos de los roedores y cuando se han aproximado lo suficiente, la estrategia es semejante a la caza en nieve. Saltan para evitar tropezar con la vegetación y caen justo sobre su presa. La hierba alta dificulta la detección de individuos por lo que es una época en la que disminuye considerablemente el número de avistamientos. A continuación un par de fotografías mostrando esta técnica y un video en el que se muestran lances de caza efectuados por la especie en prados de la Cordillera Cantábrica. Esta especie depende de forma muy importante de la captura de presas vivas ya que es considerado un hipercarnívoro que no carroñea de forma habitual por lo que ha de ser elevada su pericia a la hora de conseguir alimento. No obstante no siempre da en el clavo como se aprecia en el video. Para disfrutarlo al máximo pinchad en la palabra Vimeo y una vez en la página pulsad el icono de HD.

Hembra de gato montés levantada sobre las patas traseras en un prado con abundante vegetación al final de la primavera.

Hembra de gato montés cazando en la hierba alta mediante el uso de una estrategia semejante a la utilizada con nieve.


Las hembras han buscado un lugar seco, apartado y seguro para dar a luz a un pequeño grupo de felinos rayados que nacen ciegos y emiten pequeños gruñidos. Normalmente son entre 3 y 4 los ejemplares que paren las gatas aunque por supuesto hablamos de valores intermedios. Los gatos permanecerán en el agujero hasta que tengan aproximadamente un mes de edad, es entonces cuando se aventuran a salir a las inmediaciones del refugio para jugar entre ellos. Pinchando AQUÍ podéis ver el genial video grabado por Daniel Castañeda en las montañas cántabras. En el mismo se ve una hembra de gato montés con los cachorros en un roquedo cantábrico y lo más sorprendente sucede cuando una piara de jabalíes cruza justo por delante y las crías se refugian.
Más adelante, ya en verano los cachorros acompañarán a sus madres en partidas de caza para aprender a conseguir alimento. Las hembras crían solas a los pequeños sin recibir ayuda de los machos. Nunca he visto cachorros de gato montés a pesar de conocer la ubicación aproximada de los mismos ya que las gatas al capturar una presa que servirá de alimento a sus cachorros caminan con la misma hacia un punto concreto del bosque en el que se adentran. El simple hecho de saber que están ahí es suficiente satisfacción.

Hembra de gato montés descansando en las proximidades del refugio donde descansan sus pequeños cachorros.

Es una época en la que las hembras necesitan asegurar el alimento por lo que los desplazamientos son reducidos. Las hembras han dado a luz a sus crías en una zona en la que tenga acceso a roedores para alimentarlas por lo que los movimientos se limitan a buscar alimento cerca de la guarida y llevarlo a sus crías. Adquieren por tanto un comportamiento especialista.

Gato montés en un prado florido de finales de primavera.

La primavera es una época en la que muchos animales han parido a sus crías dado que es un momento de abundancia de recursos en estas montañas. Animales como corzos o rebecos han traído al mundo a pequeñas copias en miniatura de si mismos y han de estar atentos a cualquier movimiento extraño ya que el futuro de su generación depende de ello. Normalmente un rebeco apenas prestaría atención a un gato montés, sin embargo esta primavera pude ver como una hembra de rebeco huía con su cría ante la presencia de un macho de gato montés. Podríamos pensar que alguna vez sufrió un ataque por parte de un gato, sin embargo lo más lógico es pensar que simplemente protegen a sus crías de todo aquello que tenga una mínima potencialidad de atacarla.

Escena pocas veces vista en la que una hembra de rebeco huye con su cría ante la presencia de un macho de gato montés.

Se acerca el verano, las crías seguirán creciendo y pronto los prados se llenarán de gente segando, empacando y recogiendo pero eso es tema del próximo periodo en el ciclo anual del gato montés. Un saludo y gracias por visitar el blog.

viernes, 25 de octubre de 2013

Un año en la vida del gato montés: El invierno.

Esta es la primera de una serie de entradas que se centrarán en los aspectos más importantes y curiosos de la vida del único felino silvestre de la Cordillera Cantábrica, el gato montés (Felis silvestris) especie con muchos secretos en su ecología y que es una especie a la que tengo especial cariño. La primera de estas entradas trata sobre el invierno, un momento crítico para un gran número de especies y por supuesto también para el gato montés.

Macho de gato montés con pelaje invernal en un prado de la Cordillera Cantábrica parcialmente cubierto por nieve.

El otoño da sus últimos coletazos y los árboles lucen ya desnudos en las montañas cantábricas. Son habituales las heladas nocturnas y las cumbres amanecen cubiertas por la nieve un día sí y otro también. Durante los momentos previos al invierno los gatos monteses aprovechan para alimentarse de forma masiva para afrontar la escasez de recursos que está por venir y caer sobre ellos de forma inminente. Los prados presentan el sustrato ablandado por las lluvias otoñales y roedores como las ratas toperas (Arvicola scherman) excavan sus madrigueras en la negra tierra. Esta especie es la principal presa del gato montés en la Cordillera junto con los topillos del género Microtus. El volumen del gato montés aumenta de forma importante, tanto por el incremento de masa corporal debida a la ingesta acusada de roedores como al crecimiento del pelaje invernal que le confiere un aspecto mayor. En las partidas de caza de estos animales y gracias a la gran diversidad biológica que alberga la Cordillera es fácil coincidir con otros de sus habitantes en el mismo prado.

Gata montesa caminando por un prado sigilosamente en busca de alimento.

Gata montesa buscando alimento entre las topineras con una garza real (Ardea cinerea) al fondo

Las soluciones buscadas por las diferentes especies al frío invierno son múltiples. Algunos como gran cantidad de aves deciden emigrar a latitudes más benévolas. Otros como erizos, lirones o murciélagos ante la ausencia de insectos de los que alimentarse hibernan disminuyendo sus constantes vitales a valores mínimos suficientes para mantenerlos con vida. Existe un último grupo de animales que también migra si consideramos como tal cualquier desplazamiento pero en este caso es una migración de tipo altitudinal, es decir, ciertas especies se desplazan a los valles donde la temperatura es más suave y la cobertura nival menor en la época invernal. Ejemplo de ello son los rebecos, las aves alpinas o el gato montés. Durante el seguimiento de la especie realizado se observó que la mayoría de citas en invierno se concentran en el horizonte altitudinal entre 800 y 1000 msnm dato que contrasta con el otoño, la época inmediatamente anterior donde la mayoría de avistamientos fueron entre los 1000 y 1200 msnm. La bibliografía nos dice que los gatos monteses parecen evitar espesores de nieve superioresa los 20 cm y es curioso observar a los gatos en un prado nevado ya que efectivamente evitan pisar la nieve espesa lo máximo posible y solo la cruzan cuando no hay otra alternativa.

Macho de gato montés sobre una roca descubierta en el medio de la nieve.

No obstante he observado gatos monteses cazando en la nieve y siguen un método semejante al de los zorros impulsándose con un salto para caer sobre su presa atravesando la nieve. También suelen utilizar los aquí denominados "tsindones" para cazar. Son los pequeños escalones que quedan entre un prado y otro que normalmente se encuentran refugiados bajo árboles como sauces o avellanos y la nieve resiste en ellos menos tiempo. Otra forma de evitar la nieve es refugiarse en el interior de bosques donde el espesor es menor y suben a descansar a los árboles separados del frío manto.

Macho de gato montés cazando en un prado nevado de la Cordillera Cantábrica.

Gato montés subido a un majuelo o espino albar (Crataegus monogyna) en un frío día de invierno

Sin embargo las condiciones invernales parecen ser claves para la presencia del gato montés. Por ejemplo, los prados que en invierno presentan gran cantidad de nieve (hecho relacionado con la precipitación y la cantidad de luz que incide en la misma) parecen ser seleccionados por la especie el resto del año. Esto podría tener que ver con los valores de producción: la nieve supone un reservorio de agua que llega al sustrato con el deshielo primaveral e implica una buen crecimiento de vegetales que a su vez son alimento de las poblaciones de roedores tan necesarias para la supervivencia del gato montés. En esta época del año muchas especies presentan un comportamiento generalista, realizando grandes desplazamientos y siendo menos exigentes con el alimento y con los lugares que ocupan.

Gata montesa descansando en un terreno rocoso orientado al sur donde la nieve se retira antes y la temperatura es mayor.

He detectado la ocupación de cabañas por parte de gatos monteses en varias ocasiones durante el periodo invernal. En ellas encuentran el refugio necesario de las inclemencias y también alimento ya que los restos de grano y paja atraen a roedores que también se refugian de las nevadas en estas construcciones.Además cuando los prados están cubiertos de nieve, zonas como las peñas que absorben mejor la escasa luz solar de esta época del año se descubren antes y los gatos aprovechan también para cazar en ellas como se puede observar en el siguiente video. La cola ancha y roma hace que sea inevitable comparar la silueta del gato en las peñas calizas con la de un puma en las Montañas Rocosas. Recomiendo ver el video en HD pinchando en VIMEO y marcando el icono de HD además de ver el video hasta el final ya que podréis ver un lance de caza diferente al habitual en la especie.


Otro de los motivos por los que el invierno es una época decisiva para el gato montés es porque es la época de celo. Puede alargarse hasta la primavera pero en general la mayor actividad se centra entre enero y marzo. Como sabréis los gatos monteses, al igual que los felinos en general (a excepción de los leones), son animales solitarios. Las oportunidades de ver varios gatos monteses interaccionando se reducen a la época de celo cuando machos y hembras se encuentran para reproducirse o bien cuando las gatas paren a sus crías en primavera y con las que conviven hasta el siguiente invierno.

Gato montés macho desplazándose por su territorio en un día de ventisca.

Generalmente el territorio de un macho incluye en su interior los de varias hembras con las que se reproduce. El macho ha de desplazarse continuamente por el territorio buscando hembras, expulsando a otros machos intrusos y marcando los límites del mismo mediante excrementos, orina o marcas olorosas que emiten mediante glándulas bajo la cola. Generalmente esta es la forma de comunicación de los gatos monteses pero en el celo emiten sonoros y graves maullidos que resuenan en la oscuridad de la fría noche.

Macho de gato montés marcando el territorio en el límite de su territorio.

Los encuentros entre machos y hembras no son nada amistosos y las hembras no se dejan camelar facilmente. El pene de los felinos presenta una serie de espinas que estimula la ovulación por parte de la hembra y facilita el éxito reproductivo. He leído en algún lugar que para reducir la tensión los machos regalan presas a las hembras aunque nunca he visto este comportamiento. El pasado invierno un macho de gato montés identificable por una mancha blanca en la borla negra de su ancha cola maullaba entre unas escobas. De golpe abandonó su escondrijo y trotó prado abajo hasta encontrarse con una hembra la cual erizó su lomo y dejó claro que no era suficiente bueno para ella. El gato se refugió en el bosque con una importante herida en su ego.

Macho (Izda) y hembra (dcha) de gato montés en un encuentro poco amistoso en la Cordillera Cantábrica.

Los encuentros entre machos también son habituales en esta época. Durante el seguimiento realizado el pasado invierno, tres machos fueron vistos en el mismo prado de forma individual en un periodo de 3 días. Posiblemente el lugar está ubicado en un límite de territorios por lo que tras la presencia de un primer individuo los demás visitaron el lugar para marcarlo de nuevo.

Primer individuo localizado en el prado que recibe el nombre de "Oreja Cortada" por la profunda muesca en su oreja derecha, lamentablemente este ejemplar fue atropellado en verano.

Segundo individuo detectado en el mismo prado al que llamo "Viejo" por la cantidad de años que llevo viéndolo e identificable por la muesca y forma de su oreja izquierda.

Tercer ejemplar localizado en el mismo prado en el lapso de tres días. Es un ejemplar que observaba por vez primera

Durante las fuertes nevadas y lluvias invernales, los gatos monteses buscan lugares donde refugiarse de las inclemencias pero a pesar de ello son momentos difíciles en los que su vida está en juego. La humedad hace que su temperatura corporal disminuya y si las reservas energéticas son escasas en ese momento puede que no sean suficientes para generar calor.

Macho de gato montés descansando en un "tsindón", donde la cobertura nival es menor, tras una jornada de caza.

No obstante un verano tras otro los gatos monteses superan las inclemencias y se reproducen dando paso a la siguiente generación de felinos salvajes de la Cordillera. Un saludo y espero que os haya gustado la entrada.

sábado, 28 de septiembre de 2013

El tejón: Cavador incansable.

Muchos habitantes de nuestras montañas pasan inadvertidos para la mayoría de la gente ya que se mueven como fantasmas entre las matas y los bosques. Sabemos que están ahi gracias a unas huellas en el barro, una letrina junto a un tronco o lo peor de todo, algún ejemplar muerto en una de las múltiples carreteras que surcan el país y en las que mueren cientos de animales cada año. Bajo mi punto de vista son dos las especies de carnívoros ibéricos las más complicadas de ver a plena luz del día: el tejón (Meles meles) y la gineta (Genetta genetta). La gineta es escasa en la Cordillera y si aparece lo hace en las zonas más cercanas a la costa cantábrica o al llano castellano. El tejón sin embargo es una especie relativamente abundante y que a pesar de su densidad es complicado de observar con detalle antes de que la noche de apodere de todo.

. Tejón asomado a la tejonera en un atardecer veraniego (extracto del video que muestro más abajo)

Ya tuve un encuentro con esta especie en una tarde de finales de invierno en plena Cordillera Cantábrica, mientras el melandro se entretenía buscando lombrices en un prado. Para recordarla pinchad AQUI. Sin embargo la forma más "sencilla" (y lo entrecomillo ya que hablando de este tipo de especies nada es sencillo) de observar un tejón de día es mediante esperas en tejoneras, que es un método utilizado de forma tradicional para la elaboración de censos de la especie en toda Europa. El amigo Juan dedicó muchas horas a la realización de esperas en tejoneras y seguimiento de la especie y lo explica muy bien en ESTA ENTRADA de su blog.

Hace algunos años había intentado hacer alguna espera en tejonera pero en zonas abiertas, sin vegetación, donde la claridad tarda más tiempo en irse y en principio el tejón retrasa su salida. Pero al fin, este año buscando cuernas de ciervo en primavera en una avellaneda cantábrica descubrimos una tejonera en entorno forestal lo que podría aumentar las probabilidades de éxito de cara a observar al mustélido. La madriguera se encontraba bajo una enorme roca caída hace siglos desde el peñasco ubicado cientos de metros más arriba. La tejonera parecía ocupada, ya que la tierra dispuesta en las bocas era fresca al igual que los excrementos depositados en la letrina cercana. Era cuestión de esperar a Julio cuando los días son largos y los tejones comienzan su jornada nocturna cuando todavía hay algo de luz para llevar a cabo el aguardo.

Una de las primeras cosas que hacen los tejones al abandonar su agujero es olfatear el entorno para detectar cualquier elemento extraño que pueda haber cerca de la tejonera. En caso de encontrarlo no saldrá de la tejonera hasta pasadas unas horas o incluso en toda la noche. PINCHAD AQUÍ para ver un claro ejemplo de lo que puede suceder si un tejón detecta algo extraño al salir de la tejonera. Por eso la espera ha de hacerse a una distancia a la cual el minimicemos el riesgo de ser olidos por el tejón. Hay que recordar que el tejón es una especie eminentemente olfativa ya que tiene muy mala vista y por ello no hay que subestimar su capacidad de olernos. Nunca hemos de acercarnos a la entrada de la tejonera ya que dejaremos nuestro olor y esto puede hacer que el tejón se busque otro agujero o bien salga del suyo bien entrada la noche. A continuación os muestro un video compuesto de las imágenes obtenidas en una de estas esperas en un atardecer neblinoso de mediados de Julio. Para disfrutar del video recomiendo verlo a pantalla completa y en HD. Para ello pinchad donde pone VIMEO y una vez abierto el video marcad el icono de HD. Espero que os guste!


Como podemos observar en el video, el tejón olfatea el medio un par de veces nada más salir de la tejonera levantando la cabeza y en algunas ocasiones cerrando los ojos, evitando así las posibles interferencias entre los diferentes sentidos. Una vez se ha cerciorado de que el entorno es seguro, se dirige hacia la letrina para depositar sus excrementos y marcar el territorio gracias a unas glándulas ubicadas junto al orificio anal. Después se dispone a acondicionar y limpiar el interior de su tejonera, no sin bostezar en alguna ocasión. Para ello entra y sale en numerosas ocasiones de la hura acarreando tierra al exterior. Durante el proceso forma un surco en la tierra extraída que permite diferenciar la entrada de una tejonera de la de una zorrera por ejemplo. Los tejones son mustélidos que suelen albergar bajo su denso pelaje a numerosos ectoparásitos y por ello la limpieza de la tejonera y de su propio pelaje (como se observa en el video) son básicos. He llegado a leer que algunos individuos abandonan alguna de las tejoneras por la gran cantidad de parásitos que pueden albergar y que hacen practicamente imposible el dormitar en ellas durante el día. Mientras el tejón trabaja limpiando su hogar, la luz va disminuyendo hasta caer la noche, momento en que el tejón se alejará de la tejonera para buscar alimento durante la noche y regresando a la misma antes del amanecer. Espero que os haya gustado la entrada, disfrutad del video y un saludo.

domingo, 25 de agosto de 2013

Pito negro: El renacer del blog!

Pues por fin después de mucho tiempo sin actualizar el blog por diversos motivos me comprometo a tenerlo más al día que nunca a partir de ahora, no sin antes pedir mil disculpas a aquellos seguidores a los que he mantenido hambrientos tanto tiempo (que seguro que no son muchos). Aparte del lío universitario de máster, trabajos, proyectos y demás una de las causas por las que no actualizaba el blog era por no disponer del equipo necesario para procesar los videos en alta definición que grabo utilizando la reflex o bien una videocámara. Pues bien, ese equipo ha llegado y por fin puedo ponerme a montar videos como Dios manda de todo aquello que fotografío asi que seguramente a partir de ahora cada entrada irá acompañada de un video en condiciones. Procedo entonces con la entrada de hoy.

Siempre que pensamos en animales misteriosos, esquivos y tímidos nuestra mente nos traslada inevitablemente en la mayoría de casos a un entorno forestal. Un lugar donde el sol sale más tarde y se pone antes, donde las sombras de las hojas se confunden con seres fugaces que se escabuyen entre el ramaje. Los bosques son lugares en los que apetece perderse y sentarse a escuchar. Y es así, sentado en la masa boscosa como poco a poco iremos detectando la actividad de los moradores de estos lugares. Nos vienen a la mente osos, lobos o urogallos. Sin embargo también son lugar para animales menos emblemáticos como la salamandra rabilarga, el caracol de Quimper, la rosalía alpina, martas, agateadores o lirones. También por supuesto para el gran carpintero de nuestras montañas, el pito negro (Dryocopus martius).

Hembra de pito negro (Dryocopus martius)

Ya dediqué hace tiempo una entrada al blog a esta especie en la que mostraba mis primeras fotografías de la misma. Sin embargo esta vez fue diferente, por lo bien que se portó la pareja de pito negro, por la zona en la que están fotografiados y sobre todo por observar tan de cerca el oscuro plumaje y el pico marfil del picamaderos. A finales de invierno, principios de primavera los bosques permanecen desnudos en la Cordillera y es el mejor momento para detectar la presencia del píccido ya que canta de forma insistente alterado por el celo y lógicamente su avistamiento es más sencillo por la ausencia de follaje. Sin embargo, tras las cópulas y la elaboración del nido los carpinteros se vuelven silenciosos y fugaces. Sombras de ese bosque descrito al principio con el fin de no delatar la ubicación de la que será una nueva generación de pitos negros.

Macho de pito negro posado en la horquilla de un haya en un bosque cantábrico.

Escasos son los pitos negros en esta zona concreta de la Cordillera, por ello es importante la detección de las zonas de alimentación y reproducción. Para ello han de conocerse las señales básicas de la especie como grandes hoquedades en árboles putrefactos, muy necesarios para el desarrollo de larvas xilófagas de las que se alimenta la especie, o bien la detección mediante escuchas del canto de la especie. Es precisamente de esta forma como se elaboran la mayoría de censos de la especie en nuestro país, aunque afinando más se realizan mediante reclamo. El ornitólogo emite el reclamo de la especie a la espera de recibir una o varias respuestas y estimar el número de ejemplares, territorios, etc. en función del tipo de estudio. El canto más común del pito negro no recuerda demasiado a los demás carpinteros ya que parece más bien el chillido de una rapaz. Otro de los sonidos más comunes de la especie es el que emite en vuelo, una especie de cru-cru-cru bastante inconfundible.

Macho de pito negro sobre un haya.

Machos y hembras se diferencian, como se aprecia en las fotografías, por la ubicación de la mancha roja sobre su cabeza (píleo). La hembra presenta unicamente la parte posterior mientras que el macho tiene toda la cabeza en su parte superior. Recuerda a un cardenal, con el plumaje negro y el capirote colorado. De hecho recibe este nombre vernáculo en alguna zona de la montaña leonesa. Ambos alimentan a los pollos durante su crecimiento con invertebrados ,generalmente xilófagos, que encuentran en los alrededores del nido. Aprovecho para introducir aquí un apunte y es la especial y rigurosa precaución a la hora de fotografiar nidos. Jamás ha de anteponerse la foto al animal y es por ello que fotografiar nidos en periodo de incubación o bien con los pollos muy pequeños puede implicar el abandono del mismo, por tanto totalmente prohibido hacerlo. Estas fotografías están realizadas con los pollos crecidos, un par de días antes de que saltasen del nido y comenzasen su vida como adultos.

Macho de pito negro reclamando.

La escasez de luz en lo profundo del hayedo dificulta la toma de fotografías de la especie ya que obviamente no es prudente utilizar flash por las molestias que conlleva. Macho y hembra normalmente se alternan para alimentar a los pollos. Ya podemos diferenciar el sexo de los mismos desde que son pequeños ya que presentan los colores del píleo diferenciadores. Mientras los progenitores se ausentan en busca de comida, los pollos ya crecidos se asoman a la hoquedad horadada profundamente por sus padres. Una ventana a lo que será su futuro hogar. Un mundo de humedad, oscuridad y jugosas larvas. Dicho así no suena muy apetecible, sin embargo no hay sensación comparable a la de la inmensidad de un bosque cantábrico. Mientras están asomados emiten diferentes sonidos carraspeantes que se tornan agudos en cuanto detectan la presencia de uno de sus padres, amocionados por la llegada de alimento. Un día abandonarán el nido, pero regresarán cada noche a dormir a la seguridad del mismo durante un tiempo. No se aprende a ser el mayor pájaro carpintero de Europa de la noche a la mañana.

Hembra de pito negro cebando a uno de los pollos.

Reflejo del movimiento frenético de la cabeza de la madre al cebar al pollo.

Como dije antes a los pocos días de la realización de estas fotografías los pollos saltaron del nido y revoloteaban en el entorno del mismo mientras sus padres seguían cebándolos. Había sido criada con éxito la siguiente generación de grandes carpinteros. Lo de grandes es más que cierto ya que si algo sorprende la primera vez que se ve al animal es su tamaño. Acostumbrados a picapinos y pitos reales, el tamaño del pito negro, semejante al de una corneja, impresiona. He elaborado un pequeño VIDEO de algo más de un minuto de duración con imágenes de las sesiones que invertí en esta especie. Os recomiendo verlo en HD y a pantalla completa ya que gana bastante. Pinchad AQUI para verlo. De todas formas aquí os dejo el enlace: https://vimeo.com/73032769



Imponente silueta del pito negro. Se aprecia el grosor del potente pico preparado para horadar troncos.

Espero que os haya gustado la entrada. Un saludo!