Pero esa es otra historia. Todos los naturalistas sienten respeto y admiración por el lobo. Todos sueñan con verlo o con escuchar sus aullidos. Mi historia con el lobo comienza cuando yo era pequeño.
Yo vengo de familia ganadera por lo que la relacion con dicho animal en las montañas de la cordillera cantábrica es muy estrecha. Siendo pequeño y dando una vuelta por el monte mi padre me cuenta una cosa que le pasó de pequeño. Mientras el bajaba de la braña de cuidar el ganado, ve en un teso unas ovejas de un vecino del pueblo. Es entonces cuando un lobo solitario se dirige corriendo hacia 2 corderos, uno de los cuales se despeña y otro cae en las fauces del lobo tras una escoba donde mi padre pierde la pista al animal. Desde entonces, siempre que pasamos cerca de ese lugar, mi padre me recuerda la historia. 7 ovejas le mató el lobo a mi abuelo causando unas bajas por el valor de 35000 pesetas de la época.
Historias así que te cuentan cuando eres pequeño son las que hacen que sientas curiosidad por ver a ese animal al que todos temen. El que buscan los cazadores y vigilan los pastores. Puede parecer por lo que he contado hasta ahora que el lobo es un ser vil que sólo ataca al ganado. El lobo, como todos los animales, prefiere conseguir alimento con poco esfuerzo. Es más rentable atacar a un rebaño de ovejas, que no saben hacia donde escapar y la mayoría se matan unas a otras a pisotones, que seguir a un jabalí o un ciervo que están curtidos en la huida. Es igual que el oso que baja a las colmenas o demás animales que causan polémica.

Mi primer avistamiento de lobo fue, como siempre me prometí, en las montañas en las que vivo. Las húmedas y escarpadas montañas del norte dan cobijo a varias manadas de este animal. Era Noviembre y todavía no había nevado ese año (2007). Ibamos a hacer una ruta de esas a las que tienes cariño por algo en concreto, cuando de repente veo un bulto esconderse en un escobal. Se lo digo a mi padre y a mi primo que me acompañaban aquel día. Decidimos esperar en la zona hasta que algo de señales de vida, si había entrado algo, tendría que salir de allí. Es entonces cuando vi mi primer lobo. Una loba que portaba restos de algun animal en sus fauces. Iba cogiendo altura hasta coronar en una quebrada. Entonces aparece un segundo animal, también hembra (ver foto). Al salir del escobal queda mirándonos y sientes la mirada del lobo de la que todos hablan. Va hacia otra quebrada con el característico trote lobuno, con el cual pueden recorrer largas distancias sin ocasionarles cansancio. Al asomar en una vaguada un rebaño de rebecos sale esparcido en todas direcciones y es que el lobo es respetado por todos ya que forma parte de la cima de la pirámide alimenticia.
Mi segunda experiencia con estos animales en las montañas cantábricas fue el año pasado. También en invierno y esta vez con nieve. La noche había sido fría y caminar por algunas zonas era peligroso ya que una ligera capa de hielo dificultaba el equilibrio. Alcanzamos una zona desde la cual controlamos un amplio valle. Es alta montaña, por lo que los rebecos caminan en fila india sobre la nieve a la vez que se ablanda con los primeros rayos del sol. Veo entonces 2 siluetas que bajan corriendo hacia el fondo del valle. A simple vista no adivino bien de que se trata, pero entonces giran y puedo ver una gran cola que sirve de timón en el descenso por la nieve. De nuevo 2 lobos buscando alimento. Se nos esconden pero al rato volvemos a localizarlos. Caminan lentamente y pronto descubrimos el motivo. Unos metros por delante suyo, 2 rebecos se alimenta al borde de un desfiladero. Presenciar una escena de caza de estos animales en plena naturaleza es algo con lo que todos soñamos. Entonces uno de los rebecos levanta la cabeza. Han sido descubiertos, intento fallido. Los lobos entonces se relajan ya que saben que los rebecos tienen ventaja junto a ese desfiladero y no hay opciones de éxito.



Los lobos merodearon por la zona mientras otros rebecos no les perdían ojo hasta que se adentraron en el bosque donde sus siluetas son menos llamativas. Las fotos no tienen demasiada calidad debido a la gran distancia a la que se encontraban los animales.
Mi último avistamiento de lobo se produjo el viernes día 4 de este mes. Era un día normal de monte, esperando en algún sitio a ver si se veía algo interesante. Cuando en unos campetos veo una silueta que me resulta familiar. Era un lobo sin duda. La emoción nos recorre por dentro ya que está más cerca que en las otras ocasiones. Decidimos ir a un punto por el cual el lobo puede pasar, ya que es una senda natural y hay posibilidades de que vaya por ahí. Aparece una silueta entre las hayas. Es más grande de lo que parece cando lo ves lejos. Un bonito macho de lobo ibérico se muestra ante nuestros ojos. Nos mira durante un instante y cambiando el rumbo, pero no el paso, se pierde en la espesura del bosque.

He visto el lobo fuera de la cordillera una vez, y no fue en la culebra. Sin embargo el sentimiento que provoca a alguien que sueña con verlo en estas montañas toda su vida es diferente.
No quiero entrar en polémica con cazadores o ganaderos. Simplemente decir que el lobo estaba aquí antes que ellos. Que el problema no son los lobos que haya, que cacen muchos corzos o muchos ciervos. Son ellos mismos los que cazan a esgalla sin poner precintos y demás historias que suceden todavía hoy. Hay menos bichos por su culpa y no por culpa del lobo.
Con los ganaderos es otra historia, al menos hoy pagan indemnizaciones aunque demasiado despacio. Tardan mucho tiempo en compensar los daños y de esa forma los ganaderos acaban odiando al lobo. Es el problema de un país que todavía está muy atrás respecto a temas medio ambientales.
Esperemos que el lobo camine por nuestros montes durante mucho tiempo, controlando a especies como el jabalí que causan daños en la agricultura y sobre otras especies animales. Controla también a los ciervos, que afectan por ejemplo al urogallo. Seguro que se me quedó algo en el tintero pero bueno. Espero que os haya gustado la entrada y un saludo.